viernes, 10 de julio de 2015

ADIÓS A LA PASIÓN TURCA

La culpa es nuestra. Después de la última decepción siempre decimos que ya no habrá más, que no dejaremos que otro nos lo vuelva a hacer, que no dejaremos que nos vuelvan a romper el corazón.

Pero de repente, surge otra vez el flechazo. Aparece de la nada esa persona que te hace tocar el cielo. Empiezan los gestos, las grandes actuaciones, las bonitas palabras y, tontos como somos, volvemos a caer. Pensamos que esta vez será distinto, que esa persona no nos engañará, que esta vez sí, que el idilio será común, que si llega el día de decirnos adiós, se irá lejos de nosotros ya sea con su primer amor o en busca de otros pero nunca enfrente nuestra. Y no, como otras veces, lo que parecía amor correspondido, al final simplemente era amor interesado. Porque sabíamos que no eramos su verdadero amor, pero sí creíamos que nos habíamos hecho hueco en su corazón.

Como siempre, las palabras se las lleva el viento y lo que queda son los actos. Y el último empaña todos los buenos anteriores. Sabes que el golpe ha sido grande y tu corazón se vuelve un poco más duro y te prometes que nunca más volverá a ocurrir. O que, por lo menos, les costará mucho más entrar en tu corazón.

Mucha gente te dice que no entiende tu cabreo. Que todas las relaciones se acaban terminando de un modo u otro. Que encima en este caso, ha intentado dar siempre lo mejor y que ahora ha visto que tiene que irse para conseguir nuevas metas. Que ya dejó a su verdadero amor por nosotros. Que las palabras y gestos bonitos forman parte del show de este tipo de relaciones y que es tontería enfadarse. Y tienen toda la razón. Pero pudiendo entender el fondo, lo que no entiendes y nunca perdonarás será la forma.

Así que desde este humilde blog, Arda, muchas gracias por estos años y por haberme hecho disfrutar con tu juego, pero desde luego, no te deseo lo mejor en tu nueva etapa.


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