martes, 9 de abril de 2013

GRATIS

Hoy en el metro estaban repartiendo chicles gratis. O eso creo, porque sólo he visto a una marabunta de personas encima de una chica. (Más que encima, estaban alrededor, que enseguida pensáis mal)

Y es que la gente se vuelve loca en cuanto ve que algo es gratis. Sobre todo la gente mayor, que como ha pasado mucha hambre en la guerra y la post guerra, en cuánto ve un tumulto de gente alrededor de alguien que está repartiendo algo, le sale toda esa energía y agilidad de sus años mozos y es capaz de dejar atrás al mismísimo Carl Lewis.

No sé si os habéis fijado pero cada cierto tiempo, sale en la tele el típico acto de agricultores o ganaderos que en protesta por la diferencia entre el precio al que les compran sus productos y luego se venden en el mercado, se ponen a regalar sus naranjas, melones, sandías, chuletas...en la plaza mayor. Y salen hordas de personas (en su mayoría, muy mayores) haciendo cola con bolsas, riéndose, saludando a la cámara, empujando, gritando a uno que se quiere colar (sin recordar que él ha llegado allí colándose también).


Hace unos años, trabajaba cerca de un centro comercial y solíamos ir allí para desayunar. Recuerdo que una mañana, al entrar noté algo raro. Me sentí como Tippi Hedren en Los Pájaros, estaba rodeado de jubilados y cada vez llegaban más. Se movían en plan zombies de The Walking Dead.
Mis compañeros y yo no entendíamos que hacían allí tantos y a que esperaban y de repente todo cambió. Empezaron a moverse con una agilidad inusitada. Miramos hacia donde empezaron a moverse y vimos a un chico empujando un carrito y lo comprendimos todo. Era el repartidor del periódico 20minutos. En su cara vimos reflejado el miedo. Medio tiró los periódicos y salió huyendo mientras los jubilados luchaban por llevarse un ejemplar gratuito. (o dos, que como era gratis que más da si está repetido).

Y claro, si hablamos de los buffets de los hoteles eso ya sí que es la guerra. Realmente no son gratis, porque has pagado una buena pasta, pero la gente llega al buffet y como puedes comer de todo en la cantidad que quieras, llenan un plato con los entrantes, otro con los primeros platos, otro con los segundos, otro con ensaladas y varios con los distintos postres. Y ¿para qué? Si no se van a comer todo. Pues nada, a ellos les da igual, como es "gratis" cogen muchísimo más de lo que pueden comer.

Y todavía es peor si el hotel es de los de Todo Incluido, porque comen y beben por encima de sus posibilidades. Además, siempre hay alguno que se lleva algo del buffet envuelto en una servilleta. (Pero coño, que está todo incluido, que puedes ir al otro restaurante y seguir comiendo si por un casual te entra más hambre.)

La pregunta que me surge después de esta reflexión es: ¿podremos los de mi generación (y las siguientes) tener la posibilidad de hacer estas cosas? Es decir, con esto de que cada año parece que la edad de jubilación se retrasa más, nunca tendremos el tiempo suficiente para perderlo esperando a que aparezca el repartidor de periódicos gratuitos. Donde sí nos veo es haciendo cola para que nos den comida gratis porque no tendremos ni un trabajo, ni mucho menos, una pensión a la que agarrarnos.

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